“Sí trabajo. Solo que aprendí a trabajar con cabeza, no con horario.”
Esa frase resume la experiencia de muchos jóvenes que hoy están cambiando las reglas del juego laboral gracias al mundo geek de la tecnología… En esta historia y testimonio verídico, vemos cómo este joven, desde su cuarto, con una laptop vieja, café instantáneo y una idea clara logró usar la inteligencia artificial como aliada, no como enemiga.
El punto de partida: cuando no hay currículum que alcance
Tengo 27 años, vivo en Ecatepec y estudié Comunicación. Como muchos, salí con ganas de comerme el mundo… pero me encontré con vacantes que pedían experiencia que no tenía y sueldos que no cubrían ni el Uber para ir a entrevistas.
Mis papás insistían: “Métete a una oficina”. Pero yo ya había probado la vida freelance. Inestable, sí. Pero al menos era mía.
Todo cambió un día con un mensaje de un amigo:
“Mira esta madre, escribe por ti.”
Era ChatGPT.
Del escepticismo al negocio
Primero lo usé por curiosidad: tareas, ensayos, correos… y luego para un cliente que pagó $500 pesos por una carta de presentación que armé en 15 minutos.
Ahí me cayó el veinte: esto es un negocio.
Abrí un perfil en Fiverr con el seudónimo “Jason Writes”. Ofrecía redacción académica, artículos SEO, discursos, ensayos. ¿La clave?
Buenos prompts
Revisión crítica
Entrega con formato profesional
Nadie sabía que usaba ChatGPT.
Cuando se volvió serio (y rentable)
Me llegaron pedidos de estudiantes. Luego empresas. Después… abogados.
Un día alguien pidió una tesis corta: 12 páginas sobre el impacto de la pandemia en la educación rural. Tardé media hora. Formato APA incluido. Cobré $1.600.
Ese día gané más que trabajando 8 horas en cualquier oficina.
“El conocimiento no pesa… cuando sabes moverlo.”
Desde entonces, moneticé la herramienta. No para copiar-pegar, sino para optimizar mi trabajo. La IA no escribía por mí. Escribía conmigo.
Lo que nadie te cuenta
Sí, sentí culpa. ¿Estaba haciendo trampa?
Sí, tuve miedo. ¿Y si me descubren? ¿Y si ChatGPT desaparece?
Pero también:
Leí más libros que en toda la carrera.
Abrí una cuenta en CETES.
Empecé a ahorrar.
Me armé un Excel de contabilidad (hecho con ayuda de ChatGPT, por supuesto).
Aprendí que esto no era hacer trampa. Era hacer más con menos.
Lecciones que valen oro
El prompt es la nueva herramienta de productividad.
El tiempo libre vale más que cualquier oficina con mesa de ping-pong.
El trabajo remoto con IA no es menos digno. Es más eficiente.
La educación financiera empieza cuando dejas de depender del reloj.
A veces, callarte lo que sabes es tu mejor ventaja competitiva.
Hoy: cinco perfiles, cero jefe, cero estrés
Escribo para empresas de EE. UU., estudiantes de España, empleados que odian hacer reportes.
Todo con respeto, todo con estilo, todo optimizado.
Pago mis impuestos como prestador de servicios digitales. Nadie imagina que el tipo en pants que toma mate en su casa es quien redacta esos textos corporativos que suenan tan pro.
El final que nadie ve venir
Hoy tengo una comunidad chica donde enseño a otros freelancers cómo usar ChatGPT sin volverse flojos. Doy talleres, vendo prompts premium, invierto en fondos indexados.
No soy millonario.
Pero soy libre.
Y para alguien de Ecatepec, que empezó con miedo, frustración y café soluble… eso ya es ganancia.
Porque una vez, desde un cuarto sin lujos, le gané al sistema.
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